Puebla, el rostro olvidado (La controvertida Antorcha Campesina)

Réplica y Contrarréplica
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LA CONTROVERTIDA ANTORCHA CAMPESINA

Los campesinos de Puebla, como de otros estados del país, sufren la presencia de muchos abanderados de sus causas. Y digo sufren porque su condición social no mejora. Lo único que diferencia al territorio chiapaneco de la Sierra y Mixteca poblanas, por ejemplo, es que en el sureste se concentró el gran aparato publicitario que encontró en Marcos y su causa, la nota de fin de siglo.

    Si la pobreza, la injusticia y el atrazo de algunas partes de Puebla tuvieran un redentor encapuchado, también estarían mencionadas en internet y serían noticia cotidiana.

    ¿Por qué? Porque el deterioro social de las zonas marginadas del estado es un asunto añejo. Porque existe un rezago generacional. Porque la explotación ha sido la costumbre de los integrantes del rancio abolengo agrícola y comercial. Porque a pesar de que se oculten los hechos, la violencia criminal forma parte de la vida rural. Porque también hay guardias blancas que cuidan los intereses de sus patrones. Y porque la expoliación se ha convertido en el modus vivendi de los ricos, en la reencarnación de los porfirianos de horca y cuchillo.

     Estos elementos, que por cierto son poco gratos para cualquier gobierno que se precie de justo y democrático, están presentes en casi todo el territorio nacional. Por ello, cualquier grupo organizado puede tener éxito si al acudir a las zonas depauperadas lo hace enarbolando promesas que reaviven las esperanzas de los campesinos. 

     Y de ello Aquiles Córdova Moran, fundador de Antorcha Campesina, se dio cuenta antes que Marcos y sus intelectualizados seguidores. Lo comprobó en la década de los setenta (sexenio del doctor Toxqui) cuando llegó a su terruño para dar forma y presencia a la organización marginal y más controvertida y poderosa del país.

    Ocurrió en Tecomatlán, Puebla, en los momentos en que el movimiento campesino de la entidad se desarrollaba en un ambiente violento y represivo. Cual cuña del mismo palo, aprovechó las dificultades para implantar la ideología y las costumbres políticas de su naciente agrupación. Traía consigo el proyecto de adaptar los problemas campesinos a su peculiar modo de concebir las soluciones. Su objetivo: apoyarse en los hombres del campo con el fin de obtener beneficios políticos que, supuestamente, le ayudarían a quitarle al pueblo la brida del cacicazgo. Pero falló porque–parafraseando a Vigil– sus ideas que habían nacido grandes se desfiguraron y achicaron cuando las conformó a su persona.

Alejandro C. Manjarrez