El gabinete de la esperanza (Crónicas sin censura 13)

Réplica y Contrarréplica
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El gabinete del gobierno poblano (de Bartlett) está integrado por tres economistas, un médico, un licenciado en educación, una arquitecta, un ingeniero agrónomo y cuatro abogados. Los lauros académicos de todos suman seis menciones honoríficas, dos doctorados, una maestría, dos premios nacionales y un premio mundial. Cinco de ellos son poblanos de nacimiento y cuatro titulados en la entidad.

Solo tres del selecto grupo pudo traspasar las fronteras para estudiar posgrados en los Estados Unidos e Inglaterra, los titulares de las secretarías de Finanzas, Fomento Agropecuario y Salud. El más austero en lo que un desarrollo académico se refiere, trabaja como procurador de Justicia. Y el que se lleva el primer lugar en méritos estudiantiles, es el secretario de Gobernación, quien ha tenido tres menciones honoríficas y un doctorado en derecho.

    Si tomamos en cuenta la trayectoria curricular que cada secretario presentó ante la opinión pública, dos de ellas son de gran espectacularidad profesional: las del abogado, dramaturgo y literato Héctor Azar, y la del ingeniero agrónomo y doctor en economía Manuel R. Villa Issa. De los cinco poblanos uno nació en Cuetzalan, otro en Atlixco y el resto en la capital del estado. Dos de este grupo cursaron posgrados en el extranjero: Eduardo Vázquez Valdez y José Luis Flores Hernández. El que más ha viajado como representante oficial es el secretario de Finanzas; y el que más dinero ha recibido del erario (becas, congresos, seminarios, conferencias) es de Fomento Agropecuario.

    Flores Hernández, Mario Riestra Venegas y Charbel Jorge Chidiac, emergen de la banca; Carlos Palafox, José Fabián Sandoval Carranza, Martha Gamboa Cerdán, Carlos Alberto Julian Nacer y Manuel R Villa Issa, han hecho carrera político – administrativa en el sector público. Y Hector Azar y Eduardo Vázquez se proyectaron a la fama desde la academia y el ejercicio profesional.

    Excepto el encargado de la Secretaría de la Contraloría, todos los funcionarios estudiaron en universidades públicas. El costo promedio de su educación profesional, entre cursos, diplomados, maestrías y doctorados, podría ascender a unos dos millones de dólares. Entre todos suman una fortuna personal de algo así como cinco millones de nuevos pesos, patrimonio en apariencia obtenido dentro del marco de la honestidad.

    El más nuevo respecto a la relación política y amistosa con el gobernador, con solo dos meses de haber sido presentado es José Luis Flores Hernández, titular de la Secretaría de Finanzas. Estefan Chidiac representa a la juventud y Martha Gamboa al sector femenino. El decanato queda en manos de Hector Azar. Ninguno de los nombramientos trae consigo únicos compromisos políticos, sin embargo en Estefan Chidiac confluye un estilo tradicional gracias a que su nombramiento es quizá el único con recomendación (su padre ex diputado federal por Oaxaca, siempre se ha conservado cerca del titular del poder Ejecutivo poblano).

    Suponiendo que cada uno de los secretarios ganara en promedio 25 mil nuevos pesos al mes, en seis años y sin tomar en cuenta otro tipo de prestaciones, los poblanos estarían invirtiendo en sueldos y compensaciones, poco más de veinte mil millones de viejos pesos. Y porque la mayoría es inteligente es posible que ponga su mejor esfuerzo con la idea de cumplir con la sociedad.

    Este equipo nos deja ver que Manuel Bartlett Díaz está decidido a enfrentar con éxito, lo que a mi juicio es el más importante reto de su vida. Para empezar rompió con los vicios, costumbres y mañas políticas para manipular el presupuesto. Bajo este esquema ha designado a varios profesionales como titulares de su gabinete, no por vínculos amistosos sino porque poseer capacidad y buena fama pública cuando menos, y hasta hoy, nadie los ha puesto en tela de duda, lo cual nos obliga a confiar en que así se conservarán para su satisfacción y el bien de Puebla.

 

25/II/1993

Alejandro C. Manjarrez