Los últimos movimientos panistas demostraron que Jorge Ocejo Moreno es el motor que impulsa las ideas y programas de Acción Nacional.
La incorporación de jóvenes a los cuadros directivos confirma su interés por fortalecer el neopanismo a fin de acercarlo al poder público. Mata dos pájaros de una pedrada, pues con la nueva sangre, el PAN adquiere una dinámica muy ad hoc, al estilo de los neoliberales estadounidenses, formando la cofradía empeñada en promover la doctrina neocatólica.
La Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), es la mina de donde surgen estos nuevos políticos panistas, cuyo esquema ideológico se sustenta en el individualismo que inspira el capitalismo local. La agresividad retórica y formación académica que demuestra esta generación panista, seguramente tejerá mucha tela de donde cortar. Habrá rostros que palidecerán o se avergonzarán cuando sean destinatarios de sus discursos o tengan la obligación de ponerse el saco y contestar.
Teodoro Ortega fue el primero en adquirir esa actitud al ser objeto de alusiones que pusieron en entredicho su honestidad. Óscar Vera Arenas sugirió al auditorio de la asamblea panista que Ortega se había valido del PAN para obtener prebendas personales del gobierno local. ”Tengo las pruebas” dijo con aquella energía y agresividad que le vimos en la pasada Legislatura. No hubo réplica porque los estatutos no lo permitieron, lo cual obviamente provocó que los panistas salieran con la idea de que la corrupción es o era práctica de algunos de sus dirigentes.
Lo sucedido dentro del PAN también nos muestra la nueva tónica blanquiazul, el ataque frontal contra los miembros que no entiendan la moda. Entró a lo que podía ser una era donde la piromanía política define su proceder. Esto es porque el incendiario Ricardo Villa Escalera, posible candidato al gobierno del estado, no solo fue perdonado del pecadillo que cometiera en los Estados Unidos, cuando en Washington quiso exhibir al gobierno de México, sino que ahora ya forma parte del grupo “semental” del nuevo y rijoso panismo poblano. En este bloque de políticos, digamos pirómanos podría incluirse al propio Ocejo, a Francisco Fraile y a doña Ana Teresa Aranda de Orea, ahora flamante diputada federal. Los cuatro poseen un discurso agresivo, flamígero, sin pelos en la lengua. Todos estarán inmersos en una campaña que atraerá la atención de la opinión pública nacional y, desde luego, aquellos nubarrones de tormenta aparecidos durante la contienda de 1982, cuando Villa Escalera debutó como panista y como candidato a Alcalde de Puebla, con Paco Fraile como coordinador.
De acuerdo con las costumbres del cuarteto referido, es posible que en Noviembre próximo estalle la pasión política con aquelarres, alharacas, gritos, cazuelas, calabazas y sombrerazos. Quizá hasta pongan sitio o invadan Casa Puebla, medio habitada por un gobernante cada vez más desgastado; el Palacio de Gobierno ocupado por un asesor que no tiene un pelo de tonto; el edificio municipal, con todo y su alcalde más mudo que de costumbre; y a las carreteras de peaje y calles angelopolitanas, custodiadas por perros entrenados de la policía estatal.
Los días de todos santos, del cartero, de la Revolución, podrían servir de marco al modernismo panista ahora enriquecido con las aportaciones ideológicas e incendiarias de Ocejo y de Villa Escalera. Esto, sin duda obligará a los priistas a despojarse de su política apolillada; tendrán que modernizar su estilo, pero sin perder la esencia que les dio vida. Solo así podrán enfrentar y apagar los fuegos panistas, antes de que Manuel Bartlett Díaz, su candidato, sufra severas e indelebles quemaduras, de esas que ponen en riesgo la vida pública de los políticos.
6/VII/1992