Dicen los quisquillosos y los mal pensados que en época de elecciones se acaba la paz de los sepulcros
Esto es porque el mero día y gozando de cabal salud, aparecen en las urnas aquellos dizque muertos. Y todo por unos cuantos “huesos” para algunos vivos cuya supervivencia política ha dependido, contradictoriamente, del hambre del pueblo.
Después de seis años de un proceso como el que ahora estamos viviendo, Mariano Piña Olaya, nos dejó su calaverita:
¡No os debéis quejar de mí
vosotros a quien jodidos dejé,
si la buena vida os quité
a cambio…tema de crítica os di!
Pero también hay cosas buenas. Una de ellas es el palo dado a las ánimas del purgatorio porfiriano, el principio de no reelección. Por ello regresaron a su catafalco los cadáveres de don Porfirio y zombis que en sus días felices los apodaban “científicos”. Sin embargo, algunos se quedaron no como fantasmas, sino bien reencarnados en dos o tres personajes gemelos de aquellos notables que intentaron constituir un imperio.
La esperanza para frenar a los reaccionarios de Puebla, es que Manuel Bartlett Díaz resulte un hueso duro de roer. Que el ex secretario de la SEP sepa defenderse del sable del Tenorio Tehuacanero y los embates chamuscados del socialista; que el espíritu flamígero de Villa Escalera le haga lo que el viento a Juárez y que no le quiten el sueño o le promuevan escalofríos los fantasmas decimonónicos de Ocejo, quien–aseveran sus íntimos– no tiene un pelo de…muerto y está más vivo que el Padre Pro. Al respecto y por aquello de las dudas, los cazafantasmas de Gobernación han puesto a funcionar un operativo que, ni dudarlo, hará fracasar a don Jorge en su intento de explotar una bomba preparada para desintegrar el sistema político poblano.
Aseguran los infidentes panistas que el plan ocejista lleva la malévola intención de resucitar a los Niños Mártires tlaxcaltecas a fin de ser emulados por nuestros jóvenes estudiantes entrenados en el PAN para vigilar las elecciones.
Pero mientras llega el definitivo día 8, algunos priistas desean librarse del terrible anatema de vivir fuera del presupuesto. A otros no les importa si el PRI gana o pierde. Entre ellos destacan algunas damas, por ejemplo la esposa de Rafael Cañedo Benítez, pues la doña tiene “el hueso” asegurado. Los neopriistas también podrían soportar los fríos vientos de la derrota; si llegarán a perder cuentan con la alternativa de recibir ofertas de una facción que huele a PAN…de muerto; solo tendrán que cambiar el orden de las siglas que en lugar de PRI diga RIP.
Esta es la época en que todos andan tras su calaverita, excepto, curiosamente los visibles (que no notables) que gustan del halloween. Muchos poblanos han prendido sus veladoras al futuro “señor” de Casa Puebla. Otros, los menos, los del grupo que durante seis años rindió pleitesía al calavera de Los Fuertes, tendrán que irse acostumbrando a despedir olores fétidos, porque como los arrimados y los muertos a los tres días apestarán.
No hay duda que el próximo proceso electoral podría convertirse en un aquelarre y dar pie a la desgastante cacería de brujas. Ello dependerá de que los vivos no quieren pasarse de tueste echándole leña a la lumbre y pólvora a los infiernitos. De ahí que más les valga darse por muertos…civiles y– mientras prescribe su recuerdo– dediquen el tiempo libre a rendirle “culto al hueso”.
2/XI/1992