Dos pájaros de una pedrada (Crónicas sin censura 49)

Réplica y Contrarréplica
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Lo ocurrido ayer en Izúcar de Matamoros demuestra que ya nada arredra ni detiene a su gente, decidida a propiciar la renuncia del que consideran un alcalde impuesto.

Hasta se dio el lujo de apedrear el helicóptero fletado por el gobierno, poco antes de que apareciera la policía para, con macanas y gases lacrimógenos, disolver la manifestación del Frente Cívico Matamorense. Pero permítame el lector transcribir los hechos informados a este columnista por testigos presenciales, cuya honestidad y objetividad no creo alterada por la pasión y el coraje. Empero, usted tiene la última palabra:

     –8:30 AM. Echaron a vuelo las campanas de la Iglesia de Santo Domingo, a fin de que los ciudadanos de Izúcar de Matamoros se congregaran allí para iniciar una más de su ya incontables marchas de protesta.

     -10:30 AM. Alrededor del Atrio de Santo Domingo, los manifestantes, que ascendían a mil o mil 500 personas, decidieron recorrer las calles de la ciudad (los lunes se instala en Izúcar una gran plaza. Acuden a ella comerciantes de diferentes puntos de la República. Por ello la concentración del Frente Cívico en la Iglesia y no en el centro de la población, que estaba acordonado y vigilado por policías uniformados y el comando canino).

     -10:50 AM.  En la calle Independencia –donde por cierto se encuentra la casa del Presidente municipal– fueron colocados elementos de la policía encargados de custodiar al munícipe Rafael Cruz Dehesa.

     -10:55 AM. Para no pasar por la calle independencia, los manifestantes tuvieron que tomar la ruta que conduce hacia el panteón. Nadie supo por qué se dirigían a ese lugar. Algunos opinaron que por aquel rumbo no habría vigilancia policiaca.

     -11:00AM. En silencio, la gente arribó al mercado nuevo, que es una construcción aledaña al panteón municipal. En la explanada estaba el helicóptero del gobernador. Entonces el grupo decidió esperar su arribo y aprovechar para manifestarle el sentir de la población. Era una extraordinaria oportunidad que no iban a desperdiciar por ningún motivo.

     -11:05 AM. En un veloz Topaz azul marino arribaron los tripulantes de la nave. De inmediato subieron al helicóptero. Les pedían que no se fueran porque deseaban dialogar con el gobernador. Insistieron pero nadie les hizo caso. Una vez en el aire, el aparato hizo maniobras que buscaban amedrentarlos, a pesar de que varias personas colgaban de su tren de aterrizaje. La zona se llenó de polvo. De repente y en medio de pedradas, el helicóptero se abalanzó contra el tumulto. Falló el cálculo y su cola pegó en una zanja para caer en un barranco.

     -11: 15 AM. Llegó una patrulla conducida por un agente de tránsito, quien de inmediato se retiró con la manifiesta intención de informar a sus superiores.

     -11:17 AM. La gente asustada no creía lo que veía. El pánico le impulsó a alejarse del lugar.

     -11:20 AM. Llegan las fuerzas policiacas. Atraviesan la plazuela. Se ponen en guardia. Arriba una camioneta pickup y algunos bomberos. Empieza la golpiza. Lanzan gases lacrimógenos.

      -11.30 AM. Continúan los macanazos. Aparecen policías vestidos de civiles. 

      -12:30 AM. Vuelven a repicar las campanas y los heridos llegan a diversos consultorios médicos, especialmente al del doctor Miguel Cázares.

      -2:30 PM. Corre la voz por todo el pueblo: hay heridos y desaparecidos. El doctor Jesus Julio Hernández González y su esposa doña Elba Peregrina fueron detenidos por la policía judicial. También Juan Bermejo. Muchos están heridos; uno de ellos de gravedad. En salubridad también son atendidas cuatro personas lastimadas por agentes de la policía judicial.

     -3:30 PM. Nuevamente el Frente Cívico Matamorense empieza a organizar otra manifestación que empezará a las seis de la tarde. Se forma la comisión encargada de avisar que mañana cerrará el comercio organizado y que se repetirá la marcha de protesta contra lo que el pueblo llama imposición. 

     Para bien o para mal, los Matamorenses han tumbado dos pájaros de una pedrada.

11/V/1993

Alejandro C. Manjarrez