Al mexicano no le gusta la continuidad que se puede convertir en continuismo...
Hace algunos meses parecía inminente el triunfo del candidato del partido Morena a la presidencia de México, el que fuera. Se vislumbraba un enfrentamiento político entre los aspirantes del partido hegemónico, nada más.
Hoy, con el surgimiento espontáneo de Xóchitl Gálvez, una mujer que evade los parámetros de los políticos de siempre, esos que rechazó la sociedad mexicana, los que gobernaron el país por décadas, la dama es vista por el electorado mexicano con interés.
Los partidos de antaño se encontraban en el total ostracismo, los ciudadanos aun recuerdan los excesos y abusos cometidos así como los grupúsculos de multimillonarios que surgieron al amparo del poder.
Resultaba impensable que un candidato del PRI, PAN o PRD, hoy llamado Frente Amplio por México, tuviera la oportunidad de ser competitivo y sobre todo la posibilidad de ganar la presidencia de la República.
Los opositores al gobierno, que no son pocos, han tomado la bandera para apoyar a la Senadora Xóchitl. Se han subido al tren y se han puesto la camiseta.
Existe un importante grupo de ciudadanos, mismos que salieron a votar por Andrés Manuel López Obrador, esos que buscaban un cambio, una esperanza. Ese grupo de votantes no participa activamente en la vida democrática del país. Emiten el sufragio cuando es una acción que consideran fundamental para que cambien las cosas en la patria.
Ese grupo podría estar motivado a darle una oportunidad a una mujer, pero no precisamente a Claudia Sheinbaum, sino a la mujer que perciben como diferente, valiente, sencilla, que viene de un hogar tormentoso con una madre abusada, un tema que para desgracia de muchas familias mexicanas, es una constante. Esta motivación estaría exacerbada si la doctora Claudia Sheinbaum Pardo fuera declarada como ganadora de la encuesta de Morena para definir al abanderado de la contienda para alcanzar la cabeza del Poder Ejecutivo. El mote de la corcholata preferida del presidente, no le ha hecho un favor, al contrario, es vista como una imposición de Palacio Nacional.
Claudia es una mujer capaz, sencilla, experimentada. Ha logrado cambios positivos durante su administración en la Ciudad de México, pero es la candidata a vencer. Si es designada candidata del partido en el poder y se enfrenta a la Senadora Xóchitl, existe la posibilidad de que presenciemos una contienda entre dos bandos, una pelea descomunal, un aliciente para los electores que votan en contra de la permanencia del poder, el que sea, del partido que sea. Esos que disfrutan de participar en la alternancia política en tierra azteca.
La propuesta de la oposición no es un más de lo mismo, es una propuesta fresca. Pero, siempre hay un pero, Marcelo Ebrard Casaubón no es mal visto por la clase media ni está situado en la imaginaria colectiva como el sucesor impuesto del máximo poder, al contrario. Su designación desinflaría los ímpetus de lucha de esos electores que no desean que el partido en el poder continúe por un sexenio más. Frenaría una movilización ciudadana masiva en contra del status quo. Ah, ese me da igual, tiene mundo, es un político profesional, no está tan mal, comentan en los centros de reunión.
Por lo anterior me atrevo a asegurar que la designación del ex canciller Marcelo Ebrard, es una garantía de triunfo para la Cuarta Transformación.
Recordemos:
Al mexicano no le gusta la continuidad que se puede convertir en continuismo.
Al mexicano le gusta la novedad, dar oportunidad, tener una esperanza.
A los mexicanos les gustan los mártires, los perseguidos, los inteligentes y elocuentes.
Ya tuvimos décadas de saqueos, de abusos de poder, de actitudes gansteriles, de manejo de presupuestos para que la familia viviera mejor, el asqueroso nepotismo, la mala operación e ineficacia en la administración pública y muchos deleznables etcéteras. Por ello, cada vez que surge una esperanza, el mexicano la toma como si fuera la última oportunidad.
Así que…