A un año de tu partida

Alejandro C Manjarrez
Tipografía
  • Diminuto Pequeño Medio Grande Más Grande
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

El día 24 de octubre se cumplió un año del viaje al cosmos de mi padre, así se refería él sobre la acción de dejar este mundo terrenal.
(”Quién sabe, puede que la vida sea la muerte, y la muerte la vida”
Eurípides (480-406 a.C.)

 

Homenaje a Alejandro C. Manjarrez

 

A manera de homenaje les comparto el prólogo del libro, Corrupción, herencia atroz, (confidencias del poder), trabajo que presenta historias poco conocidas sobre los políticos mexicanos. La obra se encuentra disponible en la plataforma Amazon, en formato digital. El año que entra, si es que la calamidad que aqueja al mundo, cede, podrá usted disfrutarlo en papel.

Como se lo comenté, Alejandro C. Manjarrez dejó miles de páginas con historias que poco a poco podrá usted conocer y sabrá el por qué de muchas situaciones en la vida política mexicana y poblana. El ejemplar en comento consta de 316 cuartillas.

En breve le compartiré uno más, La Puebla variopinta, que por desenmascarar las intenciones del morenovallismo y su poco ortodoxo estilo de gobierno, se vendió como pan caliente y llegó a muy pocas manos. Dicha acción pareciera ser parte de un complot para evitar que se conociera el contenido del mismo. Pero estará muy pronto en sus dispositivos móviles.

Aquí el prólogo del libro Corrupción, herencia atroz:

La corrupción, herencia atroz (Confidencias del poder) es un libro ágil, novedoso, interesante, que nos introduce en varios secretos de la política nacional, de allí el título. Su autor, Alejandro C. Manjarrez, utilizando un lenguaje cuidado, se apoya en esa interesante mezcla de literatura y periodismo, donde los géneros se enriquecen y el lector resulta beneficiado. Obra atractiva, es difícil abandonarla, seduce, parece un rompecabezas –como los que a Julio Cortázar le gustaban– donde los personajes aparecen, desaparecen y regresan y los escenarios son aquellos puntos donde se ha cometido una hazaña heroica o una traición abominable. Reunidos, el resultado es intenso, enriquecedor. Testigo de los hechos en unos casos, investigador en otros, Manjarrez, nos da un amplio panorama del poder y de las luchas que a su alrededor se dan. A veces son intrigas, en otros casos son acciones dramáticas como las que produce la familia Serdán en Puebla, en una casona, hoy museo, de donde parten los primeros tiros de un largo y costoso proceso revolucionario. El libro nos muestra a grandes pinceladas, como se trabaja un mural, los rostros del país, sus cambios, sus momentos luminosos, sus caídas y perversiones.

El orden de los hechos, el modo en que Manjarrez colocó sus materiales, tiene una lógica, el propio autor nos lo advierte en la “Presentación”. Pero, agudo lector como buen periodista de mejores épocas, nos entrega un libro que se lee como novela, es ameno y enseña –como quería Cervantes. Carmen Serdán aparece y vuelve a aparecer. El autor la mira como un símbolo de lo más positivo del país. Una mujer heroica que contempla, herida, lastimada, cómo destruyen a su familia. Sin embargo esa tragedia, ese hecho de valor inusitado, es el origen de la gesta que conmoverá al país en su conjunto. Un magno fenómeno político y social, económico y cultural, que seguimos debatiendo, no porque hayamos mal festejado su centenario sino porque fue un movimiento que tomó un rumbo zigzagueante y al final se extravió. Los vencedores lo llevaron de nuevo al camino de la tiranía, la censura, la arrogancia del poder, la corrupción, las desigualdades.

El libro, La corrupción, herencia atroz, corre con la libertad de la literatura, pero se apoya en los datos concretos, en los hechos históricos. Recoge testimonios, comentarios, entrevistas, realza momentos claves de la historia, nos muestra grandezas y debilidades de personajes legendarios. Lo mismo está una humilde soldadera que una figura glamorosa de la política, resultado de nuevos escenarios no mejores que los del pasado. Quienes edificaron al nuevo México, aquellos que han sido soporte del país y creadores de sus nuevas instituciones, no quedan de lado. Los vemos actuar, saltar de las páginas y cometer desatinos, actuar con inteligencia o ponerle pimienta a la vida política de la República.

El eje no es Puebla, pero sí es el sitio desde donde el analista observa la realidad nacional. A ella y a muchos de sus personajes se retorna. De este modo los lectores tenemos una aguda muestra del siglo xx, sin duda también del inicio del nuevo siglo, que es una lenta y más perversa versión del antiguo régimen. Con políticos inescrupulosos, sin ideología, ni ética, que saltan de un sitio a otro con tal de triunfar. Podríamos decir, en tal sentido, que el libro nos habla asimismo de las veleidades del poder, de sus caprichos y de sus acciones autoritarias, aunque por allí descubriremos anécdotas que reflejan la ironía y el sarcasmo de políticos mexicanos cuyas leyendas se han prolongado.

Un punto de interés especial es la libertad de expresión. Aquí la vemos a través de la propia experiencia del autor, de Alejandro C. Manjarrez. ¿Qué gran periodista, que escritor de talla, no se ha visto envuelto por este manto sucio y obsesivo que se niega a desaparecer?  Hay en las páginas de La corrupción, herencia atroz (Confidencias del poder), personajes impecables, Gilberto Bosques es uno de ellos. A este gran mexicano, le cede la voz, una voz fuerte y cuya historia está repleta de hechos magníficos, valientes, salvadores de vidas. Pero el libro es de claroscuros. Junto a la hazaña luminosa, aparece la historia macabra. Podemos encontrar una o dos atroces, como la del joven educado para ser presidente de México y que en su niñez lo estimulan a ser caballista. Los resultados de un leve fracaso se convierten en algo brutal que sin duda explicará sucesos que más adelante han sacudido a la nación.

El capítulo “El sexo y la política”, historias que parecieran “al calce”, no lo son tanto, asimismo contribuyen a darnos una idea clara no nada más de lo que ha significado el amor-pasión en la historia universal de la política, diría Jorge Luis Borges, sino las cosas chuscas o grotescas relaciones que ocurren en una nación como la nuestra. Las andanzas amorosas de José López Portillo, a quien Manjarrez mira como un estadista culto e inteligente, de carácter, son chistosas, aparte, claro está, de bien conocidas, pero las observaciones del autor animan la lectura, muestran qué complicado puede ser que un estadista se enamore locamente y en México tenemos ejemplos como la pasión de Díaz Ordaz por una actriz o los romances perpetuos del afamado presidente Adolfo López Mateos, cuyo secretario Humberto Romero cuidó, en sus momentos de mayor sufrimiento en los males, del político y acumuló bromas como aquella que lo hacía preguntar por las mañanas, al despertar: ¿Qué toca hoy, Humberto, viajes o viejas”. En boca de Romero, eran de notable gracia debido al respeto que le profesó al creador, de museos, de una acertada política exterior y del libro de texto gratuito. Son párrafos que podríamos denominar como pícaros, pero que sirven para mostrar el lado humano del poder. El papel de la mujer es este libro un acierto, son las mejor libradas, las que tienen mejor idea de sus acciones y con frecuencia resultan más inteligentes, sensibles y agudas que los varones.

Los personajes transcurren, pasan ante nuestros ojos despertando malestar o piedad, según de quien se trate, de Manuel Bartlett o de Mario Marín. De López Portillo o de Luis Echeverría. Algunos gobernadores poblanos son vistos con lupa. En todos los casos con sobria y respetuosa piedad o afecto. Las páginas finales están dedicadas a Estados Unidos, la enorme potencia, la nación destinada por Dios, según el Destino Manifiesto, para gobernar al planeta. Hasta hoy lo han hecho. Por ventura el final se vislumbra cuando miramos las potencias emergentes o la manera en que la Comunidad Europea observa a su gran socio, harta de ser manejada con criterios políticos aldeanos. Volvemos a la idea de siempre: Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses, no importa que un Obama lo gobierne, el peso de sus capitalistas es quien conduce el rumbo. Por último, ya sin optimismo entre la vieja polémica que nos pregunta cómo le va mejor a México, con demócratas o republicanos, vemos que en el fondo es una lucha de la Pepsi-Cola contra la Coca-Cola, distinto envase, mismo tipo de contenido.

Vale la pena añadir que por allí aparecen con discreción elegante, familiares del autor, personajes distinguidos del arte. Por todo ello, pienso, es un libro ejemplar que vale la pena leer no una sino dos o más veces. En todos los casos encontrará méritos literarios, periodísticos e históricos. No me entrometo más, el lector tiene en sus manos una obra fascinante y seguro perdurable.

René Avilés Fabila

 

Miguel C. Manjarrez