Las posesiones, los gritos, los celos, el aferrarse y volverse loco, nunca serán ingredientes para el amor. Amar a alguien no implica que tengas que perder tu identidad y tu libertad...

Nunca supo lo que es el amor de madre. Tampoco escuchó el consejo preciso del padre ni sintió el cariño de la abuela o el cobijo de un primo o hermano. Su corazón ya no responde a esos impulsos. La inteligencia emocional es nula. Él no conoció ni aprendió a tener esos sentimientos. Sólo sabe defenderse, cuidarse las espaldas, buscar cómo conseguir comida para tres días...

Lo que debe ser bien, ¡cierto!, ¡ciertísimo!, no puede nadie hacerlo pasar por “falso bien” o por insuficiente bien o por “contaminado bien de algún mal”, por mínimo que sea...

La persona que ama o siente a algo nunca puede tratar con mal aprecio o con irracional-irresponsable cuido o con la punta del pie a ese algo. Sí, es de biennacidos el así entenderlo...

Por lo menos, a mí (sea lo que sea para vosotros) no me puede el engaño… ¡ni el consentirlo siquiera!

Por eso, en concreto, el manipulado siempre tendrá una respuesta pilla-demagógica-hipócrita-cínica-rollista para salirse con la suya; y aun será de doble moral con muchas puertas giratorias por seguro...

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