Presentación
En esta época hay quienes dicen que no deben existir las ideologías, que la historia no tiene importancia, que debemos ser pragmáticos y ver hacia adelante. Esta forma de pensar es uno de los efectos de la globalización y del capitalismo salvaje.
Con la cercanía del Centenario de la Revolución (2010), han proliferado analistas que consideran que esta etapa de la historia no existió. Argumentan que fueron acciones aisladas sin proyecto de país. Incluso se atreven a decir que las organizaron grupos que se sublevaron por diversos motivos, menos por la unidad. Pero olvidan que aun cuando Madero sólo pensaba en la democracia, en el sufragio efectivo y en la no reelección, con el paso del tiempo se fueron incorporando al espíritu de la Revolución los derechos sociales de los obreros y campesinos. Fue la razón para que los diputados constituyentes los plasmaran en la Constitución.
Dentro de esos derechos estaba el sentido social de la propiedad así como la reivindicación del subsuelo para la Nación, conceptos que dieron fuerza a los gobiernos revolucionarios. De ahí que Estados Unidos organizara varias intentonas diseñadas con la intención de derrocar a los gobiernos mexicanos que habían puesto en práctica las ideas sobre la posesión del petróleo, energético cedido por Porfirio Díaz cuando éste otorgó a los dueños del suelo la propiedad del subsuelo.
Con estos y otros antecedentes históricos, consideré que los jóvenes mexicanos tenían que conocerlos para, en algunos casos, quizá muchos, contrarrestar la desorientación, complejos y apatía, actitudes que implantó en México la cultura del plástico, del colesterol y de la realidad virtual. La forma: ponerlos al alcance de ellos para que sepan de las vicisitudes por las que ha pasado nuestra gran nación y recordarles a esta y las próximas generaciones que la formación de los mexicanos permitió a la nación salir airosa de los embates imperialistas, y además permitir a los jóvenes universitarios la oportunidad de rememorar, para que lo adicionen a su bagaje, el patriotismo que dio forma a lo que Alfonso Reyes llamó “el alma nacional”.
Sabemos que con esos nuestros valores es posible combatir con éxito cualquier tipo de agresión ideológica, que contamos con muchos argumentos para despertar el nacionalismo de una juventud que en la actualidad vive impresionada ante las deslumbrantes expresiones que vienen con la globalización. El método de encontrar esos argumentos es conocer la historia de México.
Nadie debe soslayar la obligación legada por nuestros antepasados, menos aún aquellos que conocen o dominan la parte de la historia que tanto nos enorgullece porque somos parte de un pueblo en cuyos antecedentes destacan las actitudes de dignidad, heroísmo, grandeza, libertad, soberanía, entereza, unidad social y fuerza espiritual.
Este ineludible compromiso me indujo a escribir el libro que tiene usted en sus manos. Lo hice con la intención de referir hechos poco conocidos y que de alguna manera ayudaron a forjar el México moderno. Me centré en el régimen de Plutarco Elías Calles, época en que la conciencia nacionalista, el patriotismo y el compromiso con nuestros valores ideológicos resultó el punto de partida para conservar la dignidad y soberanía nacionales.
Los sucesos que componen este relato verídico ocurrieron cuando el presidente de México Plutarco Elías Calles decidió impedir una de las varias invasiones preparadas por los marines del Tío Sam. Entonces el entusiasmo, la valentía e inteligencia del gobierno mexicano, permitieron descubrir las intenciones norteamericanas. Y mediante el espionaje el Estado mexicano pudo exhibir e impedir la realización del llamado Plan Green, nombre de la estrategia político-militar diseñada para derrocar al gobierno callista.
La historia de Latinoamérica está marcada en forma indeleble por las intervenciones de Estados Unidos. Por ello en los Antecedentes doy cuenta de los tipos de intervención que según los tratadistas existen, y cómo cada una de ellas fue organizada y puesta en práctica por los gobernantes estadunidenses, quizá porque se sentían (y todavía lo están) atraídos y ensimismados por la riqueza de la materia prima y la fuerza de trabajo, así como de la posición geográfico-estratégica de cada país latinoamericano.
Entre los momentos interesantes de la política diplomática de México resalta el episodio al que haremos referencia. Es mi intención ponerlo de ejemplo para demostrar a los jóvenes que podemos derrotar las ahora andanadas financieras del llamado “defensor del mundo”, antes del temible mal del comunismo y ahora de los futuros ataques de los terroristas. Si bien carecemos de su tecnología, tenemos la ventaja de contar con inteligencia y dignidad, pero sobre todo con historia. Con esta herencia podemos salir airosos de cualquier contingencia. Sólo hace falta agregarla a nuestro conocimiento, ánimo, interés y valores.
La trama de este relato parte del conocimiento que tenía Calles sobre las intenciones que abrigaban el secretario de Estado norteamericano Frank Belling Kellogg y su embajador en nuestro país James Rockwell Sheffield, ambos accionistas y abogados de algunas compañías petroleras y, por ende, atados a fuertes intereses personales. Sabía que estos individuos querían a toda costa evitar que México legislara la Ley del Petróleo reglamentaria de la fracción I del artículo 27 Constitucional. Asimismo, había sido enterado de que estaba planeándose una invasión al territorio mexicano so pretexto de proteger los intereses de los estadunidenses que tuvieran inversiones o acciones petroleras.
Ante esa amenaza el presidente de México decidió organizar varios grupos con el objeto de confirmar los informes confidenciales que circulaban hacia el interior de la Embajada de Estados Unidos, así como la correspondencia con el Departamento de Estado. Para lograrlo se valió tanto del grupo de Luis N. Morones, secretario de Industria, Comercio y Trabajo, como de los gobernadores de la zona petrolera y los oficiales de la policía especial dependiente del Estado Mayor Presidencial, cuyo jefe puso en operación los medios generalmente usados en el espionaje mundial, entre ellos las relaciones íntimas con el personal femenino de la embajada extranjera. Finalmente y para fortuna de nuestra patria, el plan dio el resultado que se buscaba: cayó el embajador americano, el secretario de Estado norteamericano fue suplido y el gobierno de Calles impidió que se realizara una nueva intervención en México.
Parte de esta investigación la llevé a cabo durante los años sesenta. Entrevisté a Luis. N. Morones, a Emilio Portes Gil y a José Álvarez y Álvarez de la Cadena, líder obrero, ex presidente de México y jefe del Estado Mayor Presidencial del gobierno de Calles, respectivamente. Ellos, probablemente por tratarse de una joven que buscaba material para su tesis profesional, me comentaron con lujo de detalles cuáles métodos de espionaje utilizaron, autorizándome a usar su nombre en las entrevistas.
El Fideicomiso Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca ha publicado en sus boletines números 16 y 20 la versión obtenida de los reportes de un supuesto espía mexicano con clave 10b, así como comentarios de funcionarios de la embajada americana en los que aceptan que los documentos sustraídos por México eran auténticos, aunque expresan su total confusión sobre la forma en que llegaron a poder de Calles.
Decidí publicar mi investigación para aclarar muchas de las dudas sobre este periodo de la historia de México. Lo hago con la esperanza de estimular a los jóvenes que aún se sienten orgullosos de su historia y sus líderes, así como despertar la conciencia nacionalista de aquéllos cuya indiferencia los aleja de nuestra raigambre ideológica. No todo es nota roja, corrupción o asesinato.
La identidad de nuestra nación descansa en innumerables aspectos positivos. Y si este trabajo contribuye a rescatarlos, habrá cumplido con creces su objetivo.
Por estar estrechamente relacionados con el tema central de esta investigación incluí cuatro anexos que detallan algunos de los temas mencionados en el contexto del libro.
En primer término el titulado “La tragedia de Tlaxcalantongo. Crónica histórica de un magnicidio”. En las postrimerías del régimen del presidente Carranza, las relaciones entre México y Estados Unidos habían llegado a un punto casi de ruptura debido a las diferencias por la política petrolera. Para combatir a Carranza e impedir que se pusiera en vigor el artículo 27 constitucional, contrataron a un mercenario llamado Manuel Peláez, comandante de las “guardias blancas” subsidiadas con dinero de las compañías petroleras. Peláez organizó el atentado para matar al presidente Venustiano Carranza.
El anexo dos se refiere al testimonio de una intriga política que sufrió el general José Álvarez y Álvarez de la Cadena, jefe del Estado Mayor del presidente Calles. Detalla el absurdo que consistió en involucrarlo en un supuesto contrabando de medias para María Conesa, estratagema que consistió en utilizar la autorización que él había dado con el objetivo de introducir por la aduana el archivo del arzobispo José María Mora y del Río. La intención de los enemigos de Álvarez fue alejar a éste del gobierno callista para que el gobierno estadunidense lo cooptara.
El tercer anexo se refiere a la rebelión de los generales Francisco R. Serrano y Arnulfo R. Gómez. Las ambiciones presidenciales de ambos para suceder a Calles, los llevaron a solicitar el apoyo de Estados Unidos prometiendo que a su triunfo, derogarían las leyes que habían ocasionado la controversia en materia de petróleo. Organizaron un complot para matar a Calles, Obregón, Amaro, Álvarez y los militares que los acompañaran en las maniobras de Balbuena. Fueron descubiertos y se ordenó su aprehensión y fusilamiento después de someterlos a un juicio sumarísimo, de acuerdo con el Código Militar.
El anexo cuatro trata de la relación entre el llamado “Conflicto religioso” y los intereses religiosos. Consideré importante incluir este tema porque se trata de una variante del asunto clerical observado por pocos historiadores en México. Y además por ser parte de la controversia entre los gobiernos norteamericano y mexicano, cuyo origen fueron las leyes reglamentarias del artículo 27 de la Constitución, ordenamiento que así como afectaba a los petroleros norteamericanos también lo hacían con los inversionistas testaferros del Clero mexicano. La conclusión de esta etapa política del país, fue la llamada Guerra cristera, misma que surgió como una estrategia más destinada a derrocar a Plutarco Elías Calles.