EL PAN
Una vez concluida la era del Avilacamachismo, Puebla volvió a la senda de las controversias políticas. Los empresarios reaparecieron en la escena poblana adoptando el estilo oposicionista que tantos éxitos les había dado en las tres décadas anteriores. Fue entonces cuando se formalizó en Puebla una de las corrientes políticas más guerreras de la entidad. Sin embargo, ésta se hizo notar trece años después de su fundación.
En 1952 cuando Efraín González Luna se autoetiquetaba como candidato a la presidencia de México, el proselitismo panista adquirió el estilo que hasta la fecha conserva. En Puebla, la consolidación del PAN surgió bajo la batuta de José de la Luz León y Marcos Mastretta. Más tarde se incorporaron Luis Hinojosa González, Manuel Iguiñis, Manuel Castillo Miranda y Jesus Bravo y Cid de León. Y para la década de los setenta, los nombres más pronunciados en el seno blanquiazul fueron los de Miguel López y González Pacheco y Miguel Fernandez del Campo Machorro.
En esa época el PAN postuló a Efraín González Luna, uno de sus fundadores ideológicos, y por aquellos días surgieron los primeros frutos políticos importantes: el PAN logró el 7.8 por ciento de la votación nacional (285 mil sufragios), porcentaje que le permitió obtener cinco diputaciones federales.
En su membresía destacaba gente de muy buena posición económica. Empero, los hombres verdaderamente ricos no figuraban ni siquiera en la lista de patrocinadores secretos. Por esa razón pasaron sin pena ni gloria los tiempos de organización panista. Podríamos asegurar que todavía perduraba el impacto ocurrido en la década de los cuarenta, cuando el poblano Luis Cabrera Lobato fue invitado por el blanquiazul para contender por la primera magistratura del país (Cabrera no aceptó el ofrecimiento).
En 1971 apareció en el escenario Roberto Cañedo Martínez. El hombre disputó tozudamente la alcaldía de la Angelópolis. Decían sus congéneres que su popularidad, honestidad y entrega a las causas sociales, le permitieron ganar con un amplio margen al candidato del PRI, el doctor Gonzalo Bautista O’Farril. Pero a final de cuentas el priista resultó triunfador.
El ejemplo de Roberto Cañedo fue seguido por su hijo Alejandro. Éste su cachorro, aprovechó bien la gran oportunidad política para ganar la diputación federal primero y después la jefatura regional de su partido.
Mientras en Puebla el PAN ganaba espacios, Tehuacán empezaba a adquirir las tonalidades blanquiazules. Rodrigo Saldaña Guerrero, escritor, editorialista, y filósofo, opina que entre las circunstancias que favorecieron al avance panista en la ciudad de las granadas, destacan los partidos de oposición (es el caso del PAN) que se convirtieron en canal de descontento. Las fuerzas priistas que se oponían eran menos formidables que de ordinario. La dirigencia del partido oficial sacrificó a los candidatos que en alguna forma aparentaban ser conflictivos y se hicieron concesiones para desarticular a la resistencia.
El puesto generalmente en disputa desde 1973 ha sido la diputación federal por el distrito tehuacanero. La lucha de Acción Nacional para hacerse del escaño, y el interés del PRI por no soltarlo, propiciaron la cesión de la alcaldía. Asegura Saldaña que tal condescendencia desvió a la oposición de la lucha para ganar las elecciones municipales en la capital del estado. El ímpetu panista de 1971 continuó hasta 1973, cuando el PAN obtuvo la mayoría de votos en dos distritos federales de la ciudad de Puebla. Miguel Fernandez del Campo triunfó con la votación más alta de la oposición en el país (más de cincuenta mil votos) y Alejandro Cañedo Benítez, sin tanta contundencia, alcanzó la otra victoria. La votación en favor de Acción Nacional aumentó gracias a la reforma política del presidente Luis Echeverría Álvarez: ese partido obtuvo 25 diputados federales.