Aquiles Córdoba Moran inició su proyección política en Chapingo cuando por primera vez intervino en una asamblea estudiantil. Su presentación resultó desafortunada debido a que los jóvenes tergiversan lo serio con un sentido peculiar y perverso del humor.
Aquiles, molesto y fuera de quicio, les espetó con voz fuerte: “¡No soy monedita. de oro!” En ese momento en las aulas invadidas por la chunga estudiantil, se fecundó la semilla de uno de los liderazgos más controvertidos de nuestro país. “La Monedita”, como le pusieron sus compañeros, impuso su estilo para después ganarse el respeto y convertirse en un hombre cuyo liderazgo tiene rasgos del más puro mesianismo.
Es obvio que el dirigente nacional de Antorcha Campesina no es monedita de oro. Su presencia en el sector rural así lo demuestra. Pocos son los que se libran del desasosiego provocado por su presencia, y muchos los que han caído ante la contundencia de sus razonamientos políticos, ya sea en la lucha burocrática de las oficinas públicas, o en montañas y barrancas donde sobran las palabras.
A pesar de que la organización carece de ideología, porque le “ha faltado trabajar más metódicamente el aspecto teórico”, muchos políticos buscan ganarse su “amistad”. Ocurrió con Guillermo Jiménez Morales y algunos de sus adláteres, a quienes Aquiles no escatimó su “calor político”. Por ejemplo por encargo del gobierno emprendió una terrible batalla contra la violencia en Huitzilan de Serdán, donde, paradójicamente, se encontró y desaparecieron más de un centenar de campesinos afiliados a la Unión Campesina Independiente (UCI).
Córdoba Morán se ha ganado el respeto de la clase política de México, de ello no hay duda. Incluso Manuel Bartlett Díaz sabe cómo se las gasta el hijo predilecto de Tecomatlán a quien conoció en la secretaría de Gobernación y siguió tratando en su despacho de Educación Pública. De ahí que está perfectamente enterado del peso específico que Antorcha Campesina tiene en los estados donde trabaja. De igual manera sabe que por el momento no podrá quitarse de encima la influencia y el poder de decisión del dirigente. Por ello, el próximo sexenio podría ser el mejor para los antorchistas. Existen condiciones ideales para ganar espacio en el Poder Legislativo y, paradójicamente, constituirse como el cacicazgo más importante del estado de Puebla.
Sería interesante conocer la estrategia actual del líder antorchista en virtud de su ambición de impulsar políticamente a sus amigos –que no militantes– en lugar de llevar agua al molino particular. Sabemos que las expectativas políticas de Antorcha Campesina seguirán invariables mientras se ciñan a su viejo precepto que afirma que “más vale un paso en la lucha real que decenas de programas”. Sin embargo está por verse el camino que seguirá para lograr su proyecto político, puesto que actualmente es parte del Consejo Político Nacional del PRI, lo cual significa que es portador pasivo del virus de la disciplina y el sometimiento que trasmite la mayoría de los dirigentes de grupos con filiación priista.
El proyecto de Antorcha Campesina es tan simple como la mercadotecnia política: reclutar jóvenes con la promesa de otorgarles la identidad anhelada, sin límites para disentir contra “papá gobierno”. De esta manera su fuerza ha crecido y los militantes han encontrado alicientes para trabajar por una causa justa, solucionar problemas reales, de campesinos “con diligencia, presteza, prontitud, honradez, sin esquilmarlos, sin cobrarles sus servicios y (…) a fin de que sean agentes de su propia problemática y no simples receptores de beneficios sociales”.
La transformación del mundo obliga a que partidos y miembros busquen la forma de insertarse en esa dinámica. El silencio de Aquiles sugiere que vive el traumatizante proceso de acoplarse y encontrar una fórmula que ayude a extirpar los tumorcillos producidos por la ideología trostkista, la tendencia guerrillera inspirada en José Revueltas, y los nacionalismos comunistas a largo plazo que impuso a su organización. Pudo quitarse el mote de “La monedita”, sin embargo, ahora tendrá que convertirse en un líder moderno, una prueba de cataclismos políticos, o simplemente conformarse con ser una más de las referencias históricas de Puebla.
14/VII/1992