Que el ejemplo de Don Gilberto Bosques Saldívar se apropie de las almas y de las conciencias de los servidores públicos mexicanos. Cuando eso suceda, México estará en auge económico y de desarrollo social, convirtiéndose en el país que tanto anhelamos...
Asistí el día 20 de julio pasado en calidad de familiar del embajador Gilberto Bosques Saldívar a la sesión solemne del Congreso del Estado de Puebla. Un merecido y emotivo homenaje al poblano que trascendió en el mundo por haber salvado de la muerte a más de 40 mil perseguidos por el nazismo, el franquismo y el fascismo durante la Segunda Guerra Mundial. En su trayectoria diplomática y política, existen cientos de acciones de suma relevancia para México y el mundo.
La diputada Azucena Rosas Tapia, originaria de Chiautla, fue quien presentó el punto de acuerdo para hacer posible esta deferencia al ilustre poblano.
Frente a los tres poderes del estado de Puebla y el gabinete, los diputados de las diferentes fracciones parlamentarias expusieron algunos de los logros del revolucionario, constituyente, embajador, periodista, maestro y sobretodo humanista Don Gilberto.
Lo que más he admirado del tío abuelo Gilberto es su entrega al servicio público. Cada día, hora, minuto y segundo, como Cónsul general en Marsella, arriesgó su vida y la de su familia; entregó visas a refugiados de nacionalidades y credos distintos con el fin de que huyeran de la terrible situación que los perseguía en aquella horrenda y oscura época que vivían, todo por el afán de exterminio de Hitler, Franco y Mussolini durante sus voraces dictaduras.
Gilberto Bosques fue apresado durante un año después de sacar del infierno a los 40 mil perseguidos, entre los cuales había políticos, intelectuales, artistas, empresarios, científicos, ingenieros, arquitectos. Ellos lograron salvar sus vidas y aportar a nuestro país sus conocimientos, además de generar riqueza en la tierra mexicana. Algunos historiadores calculan que entre los hijos, nietos, bisnietos y tataranietos, suman quinientas mil personas, los más modestos, y hasta 4 millones los que suponen una gran multiplicación (no existe censo alguno). Todos esos ciudadanos mexicanos, no existirían de no ser por Gilberto Bosques Saldívar. Aquellos nuevos connacionales, eran completos extraños para el Cónsul. No existía vínculo alguno más que el ánimo de ayudar al semejante sin importar las repercusiones.
En sus debidas proporciones
Ahí en la sala de sesiones, en el segundo recuadro del muro de honor, está Gilberto Bosques, pero también Froylan C. Manjarrez, ex gobernador de Puebla, diputado constituyente, periodista y hermano de la esposa de Gilberto.
Los hermanos Froylan, Pelagio y David lucharon en la Revolución Mexicana, junto con mi abuelo materno, José Álvarez y Álvarez de la Cadena. Froylán, José y Gilberto, participaron activamente en la elaboración de los artículos 3 y 123 constitucional, de la Carta Magna que rige a todos los mexicanos. Esos dos artículos, el de la educación y el del trabajo, han beneficiado a millones de mexicanos y se los debemos en gran medida a ellos, quienes lucharon, perdieron patrimonios, familiares, salud, y recibieron las balas con el único fin de generar mejores condiciones al pueblo de México (mi abuelo recibió 3 impactos de bala, uno en la mano, otro en el fémur y el tercero, que casi lo mata, en la nuca. Decía que siempre recordaba esa etapa de su vida, pues los dolores nunca lo abandonaron). Quién asegure que el México post revolucionario es peor que el México porfirista, desconoce la historia por completo (lo traigo a colación porque lo he leído en varios comentarios). Cabe recordar que de ese movimiento armado vienen todos, los de izquierda y los de derecha. (Manuel Gómez Morín era subsecretario de Hacienda y Crédito Público con Álvaro Obregón y participó en la redacción de la ley del ahora Banco de México, a invitación de Plutarco Elías Calles). La única diferencia entre ayer y hoy, es el radicalismo de sus convicciones políticas. En la redacción de la Constitución de 1917 debatieron ambas corrientes.
Pasé 3 años de mi niñez en el Congreso de Puebla, acompañando a mi madre Manola Álvarez Sepúlveda en su encomienda como legisladora. Ahí en el recinto me sentaba a escuchar las maratónicas sesiones. Manola fue la promotora de la escritura del nombre de Gilberto Bosques Saldívar con letras de oro en el Congreso. Don Gilberto estuvo presente. Al terminar su encomienda como diputada, se acercó a ella, por medio de mi padre Alejandro C. Manjarrez, periodista crítico del poder, el ex Rector de la BUAP, Óscar Samuel Malpica Uribe, un completo extraño para ella. No lo conocía y tomó su caso sin cobrar un solo centavo, (ni para las copias) volcando la furia del aparato gubernamental en contra de ella y su familia. Después de un extenuante proceso jurídico, mi madre logró su libertad y exoneración absoluta. Alguna ocasión, me tocó ser el vehículo para sacar de la cárcel, -en el interior de mis zapatos-, la colaboración periodística del preso político. Seguramente insistí en ir, pues aun me faltaban varios años para ser mayor de edad.
Siempre he estado en contra de difundir las labores de solidaridad que cada quien hace en su entorno. Me refiero a los que no somos funcionarios públicos y no es nuestro trabajo. En esta ocasión haré una excepción. Hace dos años, se acercó a mí, por vía de un familiar, una pareja de escasos recursos en la muy temprana adultez. Su bebé tenía un problema neuronal. En plena época de Covid, durante el pico de los contagios, le pidieron los doctores a la joven pareja que se esperara unos meses para intervenir a su hija, -necesitaba una operación del cerebro-. La bebé comenzó a convulsionarse y los padres empezaron a desesperarse y a sufrir una angustia aplastante. Con el fin de apoyarlos, me acerqué a una extraña para ayudar a unos extraños. Aquella persona, para mi extraña, era la esposa del Gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, quien, en la ceremonia referida, se declaró admirador del chiauteco. El resultado me sorprendió. Doña Rosario Orozco Caballero llamó a los jóvenes personalmente y estuvo pendiente como si se tratara de sus familiares. Trajeron a un especialista de la Ciudad de México y la menor fue operada y hoy está bien y los papás tranquilos y felices. Le comparto esta experiencia pues tuve la oportunidad de saludarla y agradecerle con cariño sincero. Es una persona sencilla, amable, cariñosa, sus ojos reflejan la calma de los que ayudan sin esperar nada a cambio. Por su posición, estoy seguro, no es la única acción solidaria de la que ha sido partícipe. Sin duda es un activo muy importante en la actual administración poblana. Hago la siguiente referencia, misma que pronunció el diputado del Partido Verde, Jaime Natale, en su participación: ¿qué hubiera hecho Gilberto Bosques sin su esposa María Luisa C. Manjarrez Romano?, mucho, pero no lo mismo. ¿Qué haría Luis Miguel Barbosa Huerta sin su esposa?
Me permití contar estas anécdotas, en un trance de optimismo desmedido, con el solo objetivo de llegar a los políticos o servidores públicos, para sacudir sus conciencias y motivarlos a trascender con este tipo de acciones, no como una obligación por el cargo o para ayudar a un cuate o familiar, sino para ayudar a los que sirven, a los más necesitados o a los que les pidan ayuda y se encuentre dentro de sus posibilidades brindarla. Si uno solo logra algo de lo que logró el homenajeado, el legado de Bosques habrá tenido un éxito extraordinario. A veces se pierde el tiempo en grillas políticas, tiempo que podría ser usado para gestionar beneficios para los ciudadanos, una labor incansable de Gilberto Bosques Saldívar. Ese es el ejemplo que debe permear, pertenecer y desarrollarse en la mente y acciones de los poblanos y mexicanos, sobretodo de los que por obligación deben hacerlo y no siempre lo hacen. Ayudar a los más necesitados, aunque sean desconocidos.
Un reconocimiento a las mujeres, que a veces tienen una mayor vocación de servicio que los hombres.
Que el ejemplo de Don Gilberto Bosques Saldívar se apropie de las almas y de las conciencias de los servidores públicos mexicanos. Cuando eso suceda, México estará en auge económico y de desarrollo social, convirtiéndose en el país que tanto anhelamos.