Gilberto Bosques, relatos y poesías 6

Arte y Creación
Tipografía
  • Diminuto Pequeño Medio Grande Más Grande
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

“Les comparto la continuación del mensaje de bienvenida al profesor y embajador Gilberto Bosques Saldívar, mismo que le dirigí en la sesión pública solemne del jueves 8 de septiembre de 1988, para inscribir con letras de oro en los muros del Congreso del Estado su nombre. Además, incluyo uno de los poemas que escribió de joven”.

Manola Álvarez Sepúlveda.

Por haber sido la autora de la iniciativa y ser la Presidenta del Congreso en ese periodo y en presencia del distinguido prócer de nuestra historia, en nombre de los diputados y de los poblanos, pronuncié un mensaje de bienvenida.

Entre otras cosas dije: (segunda parte) 

Al igual que los hombres importantes de la cultura de Puebla y del mundo, Bosques se expresó en este campo sin menoscabo a su vocación política y sin contradicciones.

Interpretó con su vigor nacionalista la herencia de literatos como Beristain y Souza, el primer bibliófilo mexicano; la vocación liberal del jurisconsulto José María Lafragua. El talento de Joaquín Ruiz el Demóstenes poblano; el humor y la sátira cervantina de Pérez Salazar y Venegas y la cadencia romántica de Manuel M Flores.

También representó a Puebla en el Congreso de la Unión, donde brilló por la dignidad que impuso a la función legislativa.

La solvencia de sus inquietudes políticas, económicas y sociales, quedó impresa en sus artículos publicados en la Revista Economía Nacional y en el periódico El Nacional, órgano que dirigió poco antes de ingresar al servicio exterior, a donde llegó ya con profundos conocimientos de política internacional.

Sus editoriales sobre asuntos económicos mundiales, enriquecidos con la información que le proporcionaban los cónsules de México en el mundo, se transmitían a través de la estación de radio de la secretaría de Comercio.

México con Bosques, abrió sus puertas a los perseguidos del feudalismo, de los rencores del fanatismo, de la estulticia fascista y de la bota opresora  del militarismo. Ayudó, con la emisión de sus visas conocidas como “visa al paraíso”, a que parte de la humanidad encontrara en tierra azteca las libertades para el saber, las profesiones honrosas y la benevolencia de un país en pleno desarrollo, joven, vigoroso y agitado por su empuje progresista.

Allá en el viejo mundo, desde París, donde fungía como cónsul general, al estallar la Segunda Guerra Mundial el profesor Bosques tradujo su experiencia y vocación revolucionaria en una labor humanitaria.

Los perseguidos españoles, judíos y franceses, miembros de la resistencia, encontraron la mano diplomática mexicana tendida sin condiciones. Y gracias a la capacidad negociadora del mexicano que logró arrancarle al gobierno francés, dominado por alemanes, las garantías del derecho de asilo, muchas familias en el mundo viven orgullosas de México y de su dignidad diplomática.

Pero para Bosques la vida había reservado momentos que enaltecieron su presencia en el ámbito internacional.

El führer ignorante de la ética diplomática, lo apresó, como represalia y lo mantuvo como rehén más de un año. En esta etapa de su vida, Bosques volvió a demostrar la reciedumbre de su espíritu, de la raza, de la estirpe guerrera de la tierra caliente del sur de Puebla. No se amilanó. Por el contrario, demostró al mundo, representado por sus compañeros de cautiverio, la grandeza de la cultura, del arte y de la historia de nuestra gran nación.

Terminando el cautiverio y después de una breve estancia en su patria, Bosques regresó a Europa con el deseo de continuar y concluir su labor a favor de los refugiados españoles que anhelantes de encontrar la libertad y a pesar del acuerdo entre franceses y el primer Ministro Potugués Salazar, respecto a devolver a los españoles que intentaban escapar del buitre que se posaba sobre España buscaron y encontraron en el chiauteco una nueva oportunidad para vivir sin el yugo fascista.

En Suecia como embajador, mostró al mundo los tesoros artísticos prehispánicos coloniales y modernos de México. Los suecos tuvieron el privilegio de recibir lo que fue la última gran exposición que nuestro país ha montado en el extranjero.

Su Rey, un arqueólogo y hombre de ciencia connotado, reconoció el esfuerzo y conocimientos culturales del mexicano concediéndole la máxima condecoración reservada para los nacionales de aquel país.

Durante su vida recibió múltiples condecoraciones las cuales detallé.

Durante cuatro años,1949- 1953, realizó una importante campaña que hizo trascender la cultura mexicana a los lugares más apartados del orbe. El chacmol ganó los espacios de la prensa europea y las pinturas de la época colonial, las joyas precolombianas y el arte pictórico de Siqueiros cautivaron incluso a los más fríos y escépticos europeos.

Al término de su gestión diplomática en Suecia, el ex gobierno de la República lo envió a la entonces Cuba de Batista. En la isla se encontró con uno de los más funestos dictadores del siglo, que seguramente recordaron al embajador el asedio del espionaje alemán.

Gilberto Bosques continuó representando a México durante el primer lustro del gobierno de Fidel Castro.

Se retiró de la actividad en el servicio exterior cuando contaba con 74 años de edad, no por cansancio, sino que decidió volver a la práctica de sus convicciones en privado, entendiendo como buen negociador, que las condiciones políticas no eran las propias para continuar expresándose con toda libertad.

Gilberto Bosques único sobreviviente de la Constitución del Estado de Puebla, se encuentra con nosotros en este recinto, como en aquellos días cuando formó parte del famoso cuadrilátero que agrupaba a los cuatro diputados progresistas de la legislatura constituyente.

Su viva presencia nos remonta a esas sesiones en las que, con el apoyo del pueblo sentado en las galerías y abarrotando el patio y las calles adyacentes, él y sus compañeros ganaron para los poblanos el honor de ser los primeros en reconocer para los trabajadores el salario mínimo y el reparto de utilidades, y para los campesinos la distribución social de la tierra.

Su determinación en la lucha por lograr la justicia social, su coherencia en la defensa de los principios ideológicos de la Revolución Mexicana; su verticalidad e integridad, como representante popular y como diplomático; su obra y su dedicación patriótica; le han ganado el reconocimiento de los poblanos y el mérito de que su nombre quede escrito en los muros del Honorable Congreso del Estado de Puebla.

En representación de esta Legislatura y como justo homenaje de admiración y reconocimiento del pueblo de esta entidad federativa hacia el ciudadano profesor y embajador Gilberto Bosques Saldívar, diputado constituyente, prócer de la Revolución y diplomático distinguido, me voy a permitir develar el nombre de tan ilustre poblano.

A continuación lo hice en compañía de él.

Como comprenderán ha sido la ocasión más importante y emotiva de mi vida política.

La parte sentimental y emotiva de Gilberto Bosques se encuentra en los poemas que escribió de joven y que su hija Laura me ha enviado para compartirlo con ustedes, ahora lo hago con:

 

          NOCTURNO

 

La caricia de un viento peregrino

Complicó tu satánica congoja

Y cedieron tus labios a la roja

tentación abismática del vino.

 

Era mi beso un loco desatino

bajo los gajos de su trenza floja.

Y tu mirada fue la paradoja

de un fulgor halagüeño y asesino.

 

El estupor de sombras de la noche

se pobló de opalinos embelesos

que devoró la Cándida laguna

 

Y con un nuevo gesto de reproche

rechazaste mis brazos y mis besos

para entregar tus ojos a la luna.

 

México D.F. 1921

 

           ORIENTAL

 

Mujer de luz, erótica traidora

que viviste ofreciendo la blancura

de tu carne, tan dulce como impura

a la gente liviana y pecadora.

 

Quieres huir de mi cuando la aurora

con besos de oro anima la llanura

pero antes de tamaña desventura

voy a hundirte mi daga vengadora

 

Y moriré también cuando tú mueras.

Perfumarán las rosas tempraneras

con sedeña piedad nuestros despojos...

 

Más te pondré una venda, linda maga.

¡fundiría el acero de mi daga

esa lumbre implacable de tus ojos!

 

Puebla, Pue. 1919 

Nota: se respetó la redacción, la puntuación y la ortografía original.

Manola Álvarez Sepúlveda