Gilberto Bosques, relatos y poesías 8

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“Les compartiré una semblanza de la vida del profesor y embajador Gilberto Bosque Saldívar y algunos de los poemas inéditos que su hija Laura me ha enviado para que conozcan la parte íntima de su padre”.

Manola Álvarez Sepúlveda. 

Elegido por los campesinos y los obreros para ser su representante en el Congreso Constituyente de Puebla de 1917, es diputado de este estado de 1917 a 1919.

En 1920 decide consagrarse al periodismo, mismo que ejerce en la Ciudad de México.

En 1922 es elegido diputado al Congreso de la Unión en representación del Partido Nacional Cooperativista.

Al año siguiente, Gilberto Bosques, participó en la campaña de apoyo a Adolfo de la Huerta como candidato a la presidencia de la República junto con Froylan C. Manjarrez, años después su cuñado, y se involucra en la rebelión armada que de la Huerta desencadena en Veracruz, en diciembre de 1923.

Tras el fracaso de este levantamiento, en la primavera de 1924, Bosques decide entregarse al periodismo y a la edición.

En 1925 funda con José Vasconcelos la imprenta Aztlán, de donde surgen varios periódicos.

Durante el gobierno de Emilio Portes Gil funda con el periodista Rómulo Velazco el semanario “El Sembrador”, órgano de la secretaría de educación pública. Leopoldo Méndez, Ezequiel Negrete, Fermín Revueltas y Diego Rivera, entre otros, participaron en el contenido gráfico de esta publicación.

Además de las páginas didácticas y de los manifiestos políticos, Gilberto Bosques escribe poemas. Sin embargo, esta actividad es solo un jardín secreto y jamás publica su poesía, con excepción de dos o tres poemas editados en revistas y periódicos de provincia.

Solo se hizo una edición privada de sus poemas, de la cual les compartiré dos.

 

          EN VERACRUZ

 

Tarde enferma. Los vientos arrastran en sus giros

un tumulto de besos y un turbión de suspiros

que con locura lírica nacieron en el mar

y que al precipitarse por la calle ruidosa

desatan las guadejas de una pálida hermosa

y muestran de su cuerpo la gracia escultural.

 

Cielo gris. En los brazos de la pena medito.

Un mozuelo impaciente, con resonante grito

-¡Revista de Revistas!-, me interrumpe al pasar.

Siento que me devora un anhelo de calma

Y que por la penumbra romántica del alma

un recuerdo de amores ha empezado a llorar.

 

¿A dónde voy? ... ¿en busca de las viejas palmeras,

en busca de dolientes canciones costaneras

o en busca de la magia espléndida del mar?

No lo sé... pero sufro, pienso, sueño y suspiro

y si nada del mundo que me rodeo miro,

es porque, alma adentro, se muere un ideal.

 

Veracruz, Ver, 1916.

 

        CONFESIÓN 

 

De codos en la mesa te miraba

y en la luz de tus ojos me perdía.

Se iban las realidades con el día 

y la ilusión egregia retornaba.

 

Te confesé mi amor (agonizaba

a tus pies mi postrera rebeldía)

y dejamos la estancia y nos seguía

una ronda de sueños que cantaba.

 

Desde la alta terraza, dulcemente

se fueron nuestros ojos al Poniente

encima de la vaga lontananza.

 

Olvidé mi pasado. Fui poeta

y entre los oros de la tarde quieta

Solté el cóndor azul de mi esperanza.

 

Nota: se respetó la redacción, la puntuación y la ortografía original.

Manola Álvarez Sepúlveda