Gilberto Bosques, relatos y poesías 9

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“Les comparto un relato hecho por el revolucionario, diputado constituyente y embajador en el libro “Gilberto Bosques el Oficio del Gran Negociador” editado por la Secretaría de Relaciones Exteriores”.

Manola Álvarez Sepúlveda.

El embajador narra:

“Al ocurrir la invasión alemana a Francia, mi familia se encontraba en San Juan de Luz, frontera con España. Yo estaba en París. De ahí salí para el sur cuando los alemanes estaban prácticamente en las puertas de París. Salimos en aquella dramática fuga por las carreteras de Francia hacia el sur.

El gobierno Francés se había establecido en Tours. Ahí estuvimos de paso. Tenía, por escrito, amplias facultadas para instalar el consulado en el lugar que considerará conveniente.

Me reuní con mi familia en San Juan de Luz y establecí el consulado general en Bayonne, pero cuando los alemanes ocuparon esta zona me trasladé, con todo mi personal a Marsella. En este puerto establecimos el consulado general para desarrollar el trabajo más importante que habría de venir.” 

“Se produjo la derrota de Francia tras la ocupación militar de París por los alemanes. Luego el gobierno de Reynaud, que fue algo así como una broma política y la rendición con Pétain.”

“Las medidas tomadas para auxiliar a los refugiados españoles resultaron insuficientes ante la enorme afluencia de exilados. El consulado arregló con la Prefectura de Marsella el arrendamiento de dos castillos, los cuales llegaron a ser de hecho refugios de asilo.”

“El castillo de Reynarde era una gran propiedad, de extensión enorme, que sirvió para acampar a las fuerzas inglesas. En su estancia instalaron barracas que más tarde aprovechamos. Después de los ingleses ocuparon el Castillo las juventudes de Vichy, fascistas naturalmente, que destrozaron todo lo que había. Tuvimos que reparar el castillo. Obtuvimos autorización de la Prefectura y de los propietarios para cultivar ciertos campos. Había rebaños, un bosque donde se cortaba leña y de la bodega del castillo se hizo un teatro.

Para el castillo de Montgrand también hubo que pedir autorizaciones y hacer los arreglos del caso.

Así se instalaron dos Campos de refugio en dos barrios de Marsella, Mennet y Sulevin en donde tuvieron abrigo y protección aquellos hombres que corrían grandes peligros.

En el castillo de Reynarde había de ochocientas a ochocientas cincuenta personas que tenían todo lo necesario.

Había universitarios, trabajadores del campo y del taller. Todos llegaron ahí a protegerse, a buscar abrigo, con el ánimo completamente caído. Para levantarles el espíritu se organizó una orquesta, se montó un teatro, se organizaron juegos deportivos y esos hombres recobraron el buen ánimo.

Las fiestas eran muy alegres. Se improvisaron representaciones teatrales como La Zapatera Prodigiosa, de Federico García Lorca, y algunas otras obras de dramaturgos españoles. Además se efectuaban ballets. Los albergues también contaban con bibliotecas, talleres, enfermería y casa de exposiciones de arte”.

Continuaré con su odisea diplomática que lo llevó a salvar más de 40 000 vidas y ser rehén de Hitler junto con su familia.

También les comparto un poema inédito que les envía su hija Laura para que conozcan la parte emotiva de su padre.

EL POEMA 

         EN LA TERRAZA

 

Con exquisita ensoñación de fresa

murió la tarde milagrosamente

dejando sus rubores en tu frente

Y sus trémolos de oro en tu cabeza.

 

La postrera evasión de mi tristeza 

cruzó por tus pupilas. El poniente.

Sutilizaba un himno refulgente

que rendir a tu espléndida pureza.

 

A través del encaje verdeoscuro

de la quieta arboleda se encontraron

con los luceros tus pupilas bellas;

 

Y dejé así de la ilusión seguro

parece que en árboles colgaron

sus nidos de topacio las estrellas.

Nota: se respetó la redacción, la puntuación y la ortografía original.

Manola Álvarez Sepúlveda