Gilberto Bosques, relatos y poesías 15

Arte y Creación
Tipografía
  • Diminuto Pequeño Medio Grande Más Grande
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

“Les comparto una narración del revolucionario, diputado constituyente y diplomático Gilberto Bosques Saldívar, sobre su actuación, como representante de Mexico, durante la Segunda Guerra Mundial, publicado por la Secretaría de Relaciones Exteriores. 

Así mismo un poema inédito que me ha enviado su hija Laura para que se conozca esa parte emotiva de Gilberto Bosques”.

Manola Álvarez Sepúlveda

“Como decía de Vicky fuimos trasladados a Amélie-les-Bains sobre los Pirineos, con la declaración oficial de que el gobierno francés había escogido ese lugar de paso en tanto se hacían los arreglos necesarios para nuestra salida de Francia y nuestro regreso a México. Era un punto de espera mientras esas negociaciones se llevaban a cabo para lo cual comisionaron a un cónsul francés, funcionario del ministerio, y a algunos policías franceses encargados de cuidarnos. Posteriormente nos llevaron a Mont d’Or en el departamento de Clermont- Ferrand para entregarnos a los alemanes. 

Mientras esas negociaciones se cumplían en el hotel ya estaban los soldados y guardias alemanes, así como oficiales de la Gestapo que se mezclarían entre nosotros para vigilar nuestros movimientos. Fue entonces que se nos comunicó que seríamos trasladados a Alemania.

La asistencia en el hotel, comidas, habitaciones y aseo corrió por cuenta de los alemanes. La comida era muy mala, muy reducida. Recibíamos paquetes de la Cruz Roja Internacional, que nos entregaban con mucha exactitud y que serían un poco para aliviar esas carencias alimenticias. En mi caso las dedicábamos a mis tres hijos, para que se defendieran un poco de aquella comida deficiente.

Cuando llegamos al hotel prisión, el delegado del gobierno alemán nos reunió a los jefes de misión, que para ellos solo éramos jefes de grupo, porque no nos concedían status diplomático.

El representante alemán nos leyó un reglamento al que teníamos que estar sometidos. Un reglamento que cerraba toda posibilidad de libertad, muy severo.

Cuando acabó la lectura pedí hablar con este señor. Le manifesté que todo el personal mexicano se sometería al reglamento que acababa de leernos, porque México estaba en guerra con Alemania y por ello éramos prisioneros de guerra. Que podía estar seguro que no pediríamos ninguna excepción, ninguna gracia sobre esas disposiciones pero que tampoco aceptaríamos ningún trato vejatorio, como acostumbraban ellos con los prisioneros.

....Bueno si es una cosa leve podemos acudir al país que tiene nuestros intereses, si es una ofensa grave no sabría decirle. Los mexicanos nunca sabemos cómo vamos a reaccionar a un ofensa.

Finalmente aceptaron todas esas condiciones. Claro a la larga representaron cierto respeto, cierta consideración personal para el grupo.”

En el libro De Viva Voz, editado por el Colegio de México se publica un entrevista con Leo Zuckerman; “Mi abuelo, yo llevo el mismo nombre que él era, alemán, judío y comunista. Él salió muy rápido de Alemania, en cuanto llegaron los nazis al poder porque estaba en las primeras listas negras del régimen nazi y se fue a vivir a Francia. Cuando tiempo después los nazis invadieron Francia se vieron en la terrible situación de no saber a dónde emigrar. Afortunadamente mi abuelo y mi tío Rodolfo...tenían muchos contactos de compañeros de izquierda, que les ayudaron a ponerse en contacto con este héroe mexicano que fue Gilberto Bosques a quien muchos le debemos la vida.”

 

     El POEMA

 

  CUESTIONARIO

 

¿Has mirado a la luna andar al río

y llegar de puntillas hasta el mar?

¿Has seguido a la luna fugitiva por abismos de noche fantasmal?

 

¿Has hallado a la luna en un silencio

y luego la has perdido en un cantar?

En los brazos de vientos emisarios

¿has oído a la luna suspirar?

 

A través de la reja de tu cárcel

¿viste una luna súbita llegar

Y tender a tu angustia de horizontes

un delicado lecho de piedad?

 

¿Has contado las lunas del desierto a lo largo de amargo caminar

y en el vago miraje de las dunas

alcanzaste una luna con tu afán?

 

¿Sorprendiste a la luna del cadalso

en la compacta noche funeral

crucificar sus ósculos de cuarzo

en pupilas de horrenda opacidad?

 

¿Descifraste los signos de la luna

en el júbilo azul del manantial

en las orlas fugaces del arroyo

Y en el éxtasis de la charca letal?

 

¿Encontraste a la luna delirando

sobre una gestación de tempestad

sobre un cráter de lumbres insurgentes

y sobre el vértigo de la aurora boreal?

 

La luna que no han visto los poetas

está donde tú estás

con tu infinito a cuestas

Y tu frustrado anhelo de llorar...

 

Lisboa, Portugal. 1949.

Manola Álvarez Sepúlveda 

Nota: se respetó la redacción, la puntuación y la ortografía original.