Lo que quiero decir es que, sin remedio, el que da un mensaje limpio y equilibrado, tendrá que afrontar esas renuncias y, también, todos los ninguneos, vetos, incomprensiones, difamaciones, desprecios, puertas cerradas o hachazos que vayan surgiendo. Y aun, serán peores, cuanto menos recursos de supervivencia le haya dado Dios o la errante “Vida"...

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