Juan Lencero (1525) nunca imaginó que su entonces pequeña y modesta posada se convertiría, primero, en una de las haciendas que usaba Antonio López de Santa Anna para pasar sus noches de amor intenso y sus días de meditación política y, después, en un museo ahora enmarcado con la magia que tiene la naturaleza veracruzana.

Más artículos...